sábado, 30 de noviembre de 2013

La voz arruinada por la vida

Whitney Houston perdió a los 48 años su batalla contra las adicciones y la depresión 



     «Nunca olvidaremos a una de las más grandes voces de la tierra». Así despedía Mariah Carey a su admirada Whitney Houston, dueña de una voz de diamante y una belleza legendaria arruinada por las drogas. Con 48 años, la cantante y actriz perdía su larga batalla contra las adicciones y la depresión. Llegó pronto a la cima pero sus demonios la empujaron por una pendiente sin retorno que trató mil veces de abandonar sin éxito. Tocó fondo en la madrugada de ayer cuando su cadáver fue hallado por un colaborador en la bañera de la suite que ocupaba en el hotel Beverly Hilton. La tragedia de la muñeca rota, tan habitual en el mundo del espectáculo, volvía a consumarse. Como Michael Jackson, como Amy Winehouse, la que fuera la princesa mimada del soul, dejaba la vida por la puerta de atrás, a punto de recibir el penúltimo homenaje, de protagonizar la enésima resurrección regresando a la gran pantalla con 'Sparkle', que debía ser su primer papel desde 'La mujer del predicador' en 1996.
     Whitney era 'La voz', el mismo apelativo que se adjudicó a Frank Sinatra, con el que se reconocía el excepcional poderío y la primorosa calidad vocal de la cantante, nacida en Newark el 9 de agosto de 1963 en Newark (Nueva Jersey). Las hadas madrinas del gospel, el soul, el rock y el blues tocaron pronto con su varita el destino de la pequeña Whitney. Prima de Dionne Warwick, podría haber cantado de niña en un coro de iglesia, como su madre Cissy Houston, pero lo hizo en su adolescencia, acompañando a artistas como Chaka Khan y Lou Rawls.
     Fue su camino hacia un éxito temprano, que le llega con 20 años. Tras un fugaz periodo de modelo y alguna aparición en series de televisión, firmó en 1983, su primer contrato con la discográfica Arista. Ascendió y se mantuvo varios años en lo más alto del firmamento musical. Sus cifras son apabullantes. El Libro Guinness de los Récords la distingue como la artista más galardonada de todos los tiempos. Seis Grammy, 22 American Music Awards, dos Emmy, un Oscar... así hasta más de 400. En 25 años vendió 170 millones de discos y fue la primera en colocar siete 'singles' consecutivos en lo más alto.
     Pero como tantos y tantos juguetes rotos, el éxito acabó por machacarla. Fue incapaz de lidiar con su propio triunfo. En la última década del siglo XX era habitual de las crónicas del corazón. Consumidora de cocaína y marihuana, se somete a varios tratamientos de desintoxicación y declara ser «mi peor enemiga». La diva encumbrada gracias a su talento y su belleza, la que lo tenía todo y gozaba de la admiración de legiones de chicas que querían ser como ella, acabó destrozada por su adicción. Su estremecedora belleza juvenil sucumbió a los estragos de las adicciones. De la lentejuela y los focos pasó a los bajos fondos. Vimos a una mujer obesa, sucia y mal vestida a la que llegaron a fotografiar hurgando en la basura.
Montaña rusa
     Intentó volver una y otra vez a este lado del espejo. Por amor propio, por dinero, por presiones de la industria, probablemente por ser consciente de que era su único asidero para escapar de los demonios que acabarían por destruirla. Su vida fue como un viaje en una montaña rusa con un final previsible. En una entrevista en 2009 afirmó estar recuperada, aunque todavía se sentía atraída por aquello de lo que trataba de huir. Era la mayor tentación de su vida, y para hacerle frente confiaba en Dios, al que cantaba con todo su corazón en una iglesia baptista bajo la atenta mirada de su madre, Cissy.
    Por fin puso fin a casi siete años de silencio discográfico y regresó con 'I look to you' cuando la prensa había olvidado su carrera y hablaba solo de drogas y alcohol, o de su turbulento matrimonio con Bobby Brown. Un nocivo esposo que debió vérselas con la Justicia por actos de violencia, por conducir borracho o drogado. Houston le pide el divorcio. Endeudada y derrotada en 2007 es obligada por la Justicia a deshacerse de sus bienes. «Puedo resistir al dolor, pero mi vida no se reduce a eso», canta Houston en 'Nothin' but love», el single de su última gira mundial, en 2010, interrumpida de nuevo por problemas de salud.
     'I look to you' le llevó de nuevo a la cúspide de las listas de venta. Pero eran los árboles tapando el bosque. Pronto se vio que el retorno apoteósico que muchos deseaban era otra intentona fallida. Algo se había roto irremisiblemente en su interior y no hubo forma de repararlo.
     Con la partida acabada, es momento de mirar atrás y quedarse con lo mejor de Whitney, sus portentosas canciones y las maravillosas actuaciones. Sobre todo con 'El guardaespaldas', su mayor éxito en la música y el cine. En la banda original de la película hace alarde del encanto de una voz extraordinariamente ágil, potente y hasta explosiva. 'I will always love you' figura entre las canciones más recordadas del cine. Allí tenía un guardaespaldas, Kevin Costner, dispuesto a protegerla de todos por amor.
     Pero eso fue en la pantalla. En el mundo real la salvación fue imposible.
     En el apogeo de su carrera, cuando protagonizó 'El Guardaespaldas', la cantante se situó en el top 20 de los artistas más poderosos según la lista Forbes gracias a los más de 17 millones de copias que se vendieron de su banda sonora.
     Según informa FoxNews.com, en el año 2001 la cantante firmó un contrato millonario, de 1oo millones de dólares, con una compañía para la grabación de seis discos, a pesar de que sus problemas personales comenzaron a salir a la luz.
     Pero, el éxito que se preveía con este contrato nunca llegó. En la última década la voz de la cantante ya no era la misma y las historias sobre sus abusos de las drogas ocupaban más portadas que su carrera musical.
     En 2009 lazó su primer álbum en varios años y, a pesar de que fue un éxito de ventas, la posterior gira de conciertos fue duramente criticada aunque le valió para embolsarse 36 millones de dólares.
     Pero, según publica FoxNews.com, parece que la cantante no supo administrar sus ganancias y murió arruinada. Al parecer, Whitney estaba en la ruina y al borde de la bancarrota, llegando a tener que pedir dinero a sus amigos. Incluso el magnate de la música, Clive Davis, tuvo que prestarle un millón de dólares para su rehabilitación de las drogas.
     Al parecer, la razón de sus problemas financieros era el consumo de drogas, despilfarró el dinero en consumir sustancias y además confió asesores económicos que se aprovecharon de ella.


domingo, 24 de noviembre de 2013

El debate: ¿qué son los "códigos" del rugby argentino?

Luego de la renuncia de Santiago Phelan como entrenador de los Pumas, glorias del seleccionado como Hugo Porta, Eliseo Branca y Serafín Dengra cuentan acanchallena.com cómo se manejaban antes los jugadores amateurs y qué cambió con el profesionalismo
Por Santiago Peluffo | canchallena.com

"No se respetaron los códigos del rugby". Sin vueltas, Santiago Phelan resumió en esa frase la razón de su renuncia como head-coach de los Pumas. Lo siguió a coro su amigo y ahora dirigente de la UAR, Agustín Pichot: "Comparto que se han roto códigos". Y, finalmente, se sumó el capitán del seleccionado, Juan Fernández Lobbe: "No corresponde a los valores que hemos aprendido, sino que desprestigia esta gran camiseta".
Los tres referentes del seleccionado hablan de la trascendencia pública de diferencias internas en el plantel de los Pumas con el staff técnico. Según Fernández Lobbe, estos comportamientos son "inaceptables". Contradicen los valores y códigos del rugby.
Pero, ¿qué son los códigos del rugby?, ¿a qué valores se refieren?
Dice el ex capitán y figura de los Pumas Hugo Porta a canchallena.com: "El rugby me formó, me enseñó a ser solidario, a respetar a los demás y al rival. Me enseñó la lealtad hacia la camiseta, hacia el club, y la responsabilidad de representar al club o al país."
Ahora el rugby es mucho más popular, hay en juego plata. Los códigos son otros
Sigue el ex Puma Eliseo Chapa Branca: "Los valores vienen de la casa y se potencian en el rugby con la disciplina y los horarios; con el dar sin esperar nada a cambio, con defender al compañero por una causa común y poner al club lo más alto posible".
Otra gloria Puma que aporta su visión es Serafín Dengra. Dice: "Los valores son: el compromiso, el trabajo en equipo, la lucha por el prójimo. la amistad. Yo trato de ser un puma en la vida y hacer el bien fuera de la cancha".
Los tres, Porta, Branca y Dengra, fueron rugbiers amateurs tres décadas atrás. Hoy el seleccionado argentino lo integran jugadores profesionales. Este aspecto, ¿altera los códigos del rugby?
Lo que pasa fuera de la cancha es algo que se mantiene entre nosotros, no se habla con otra gente
Responde Branca: "Ahora [el rugby] es mucho más popular, hay en juego plata. Los códigos de los clubes son otros; los Pumas son súper profesionales. No estoy en contra del profesionalismo, pero puede haber un tema de plata también".
Dice Dengra: "No es como el fútbol, pero [el rugby] se está pareciendo: hay contratos, y la plata no es fácil manejarla. Capaz ahora con el profesionalismo no está tan cerrado el tema de los códigos".
Tras la renuncia de Phelan, Pichot admitió que "internas hubo siempre. que no hayan salido a la luz es otra cosa". Entonces, ¿cómo se trataban las diferencias internas en otras épocas?
Vuelve a responder Dengra: "Lo que pasa fuera de la cancha es algo que se mantiene entre nosotros, no se habla con otra gente; hay códigos que se respetan. Ahora capaz si hay diferencias se ven reflejadas en la cancha".
Completa Branca: "En mi época había camarillas, eran bravas. Pero eso no quitaba que no jugara con quien no era mi amigo. Ahora, si vos jugás por la camiseta es una cosa; si jugás por la fama y por el dinero, es otra".
Según Porta: "Dentro de la cancha, el objetivo número uno es ser solidario y ganar dentro de las reglas del juego; eso no quiere decir que tengamos que ser amigos. Cada uno tiene su vida fuera de la cancha y puede ser amigo o no".

Los insultos y escupitajos a Felipe

Otro que hizo referencia a la falta de códigos en el rugby fue Felipe Contepomi. Pero no en relación a la salida de Tati Phelan, sino luego de su regreso al torneo de la URBA con Newman después de 13 años en el rugby europeo. Ante Belgrano Athletic, le "pegaron, escupieron, pisaron e insultaron".
Chapa Branca también cuestionó estas actitudes de las nuevas generaciones. "¿Cómo puede ser, cómo lo vas a escupir, quién te enseñó a escupir? El rugby no les enseñó eso. Hay tan poco [de códigos] en la sociedad que el rugby los dignifica. Pero ¿quién los mide a los valores?".

La falta de madurez le quita plenitud a los Pumas

En el debut de Hourcade como entrenador, cayeron 31 a 12 ante Inglaterra; en el mítico estadio de Twickenham, se repitieron errores del Rugby Championship
LONDRES.- Falta madurez; los Pumas aún no logran la plenitud que les permita disputar un partido de igual a igual contra las potencias de este deporte. Quedó demostrado ayer en la derrota ante Inglaterra, en el mítico estadio de Twickenham, por 31 a 12. Como si se tratara de un calco de lo que sucedía hace un mes en el Rugby Championship, los argentinos repitieron pecados de juventud. Los Pumas volvieron a cometer los mismos errores que durante casi todos los partidos frente a las tres potencias del Hemisferio Sur.
Desorientados, dubitativos, erráticos; así fueron los primeros 40 minutos de la Argentina. Regalar un tiempo ante un equipo del nivel técnico de La Rosa es una sentencia de derrota. No hay margen ni posibilidad de cambiar la historia. Los Pumas tomaron nota de que aún les resta mucho recorrido para formar parte de la elite ovalada. Inglaterra ganó el duelo de punta a punta. Los dirigidos por Stuart Lancaster quebraron la resistencia albiceleste cada vez que se lo propusieron; sin desarrollar un juego vistoso, si no que aplicando las bases que dictan su historia, anotaron cuatro tries y finalizaron con su in-goal invicto.
La sucesión de errores en el comienzo por momentos hicieron recordar a las peores performances de los últimos meses. Se puede hablar de una continuidad de lo ocurrido en Soweto ante los Springboks o en Rosario contra los Wallabies. Pese a tener una clara y sólida obtención en las formaciones fijas, los argentinos siempre perdieron en el uno contra uno, erraron tackles y nunca lograron armar una jugada en ataque. Desde los primeros minutos se veía que Inglaterra era mucho más sólida y dominaba con los forwards en las situaciones móviles.
Un penal de Farrell y otro de Sánchez abrieron el marcador hasta que a los 10 minutos la presión inglesa consiguió una infracción -Leguizamón cometió cuatro de los primeros cinco- en campo argentino. Con la confianza en alza, en lugar de asegurarse tres puntos más, el capitán mandó al equipo al line. Así comenzó a trabajar con el maul -herramienta que utilizó los 80 minutos con gran éxito- que terminó con Launchbury en el in-goal. Los Pumas estaban extraviados en el campo. Un penal casi desde mitad de cancha de Marcelo Bosch prendió la luz de esperanza, pero su resplandor duró sólo unos segundos.
Inglaterra pisó el acelerador y los arrinconó. Primero fue un intento de Ashton que salvaron con lo justo Imhoff, Guiñazú y Albacete. Pero de esa acción llegó la segunda conquista: luego de una jugada de varias fases, el que entró como una tromba por el centro de la cancha es Twelvetrees que atropelló a Agulla e Imhoff -se fue lesionado e ingresó el picante Santiago Cordero, que debutó en la selección mayor-, antes de zambullirse.
Pero no se conformaron. La Argentina entretuvo la pelota unos minutos, pero sin lograr profundidad. Nunca encontraron la manera de utilizar las pelotas de calidad que consiguieron del scrum y del line. Ante 76.000 personas que deliraban ante cada avance, Inglaterra volvió a tomar el control y a someter a los argentinos. Así, a los 34, Ashton aprovechó un hueco por el lado ciego y cerró el parcial 24 a 6. La sensación general era que los Pumas estaban camino a sufrir una nueva goleada.
Ahí llegó el quiebre. Una vez más la charla del entretiempo surtió efecto. La defensa mejoró y la toma de decisiones se ordenó. Dos penales de Sánchez, un titán en defensa, achicaron la diferencia. Pero después el partido entró en un pozo. Inglaterra movió todo el banco -cuidó a los jugadores para el encuentro que mantendrá el próximo sábado ante los All Blacks- y sacó el pie del acelerador.
La Argentina intentó quebrar la férrea defensa de La Rosa, pero nunca lo logró. Encima, con Sánchez afuera por un golpe, Tiesi salió lesionado (se desgarró a los dos minutos) y ya sin backs entre los relevos, Hourcade tuvo que poner a Matera de centro. Ya sobre el cierre, Morgan entró por el centro de la cancha y se llevó puesto todo lo que había enfrente hasta llegar al in-goal.
Reapareció la actitud en el segundo tiempo, pero no alcanza. Ya había quedado demostrado en los duelos ante Nueva Zelanda, Sudáfrica y Australia. Si los Pumas no le agregan valor a lo actitudinal, volverán a padecer sinsabores. La transición no será sencilla; difícil tarea la que lidera Daniel Hourcade. Era complicado que se produzcan cambios drásticos después de años bajo la mirada de Santiago Phelan, en los que el equipo nunca terminó de explotar sus mayores virtudes. Con pocos días para resolver cuestiones que tienen que ver con el juego, el tucumano también pondrá especial interés en provocar un cambio mental; profundizar lo que se intentó en el complemento e incitar a los jugadores a cambiar el comportamiento dentro de la cancha. Los Pumas tienen todo para probar algo que racionalmente no se pueda negar: arriesgar más, animarse a jugar..


domingo, 17 de noviembre de 2013

LECCIÓN MAGISTRAL


Por Jose Luis Sampedro.

José Luis Sampedro, conocido escritor, humanista y economista español; nos deja palabras llenas de sabiduría, lucidez y gran conocimiento. Aportándonos una visión y una lección magistral, sobre los tiempos en que vivimos. Nos habla sobre la decadencia de nuestro falso "sistema del bienestar", y de como es nuestro deber luchar por cambiarlo.
Sus palabras son como un faro de lucidez, que nos despierta de nuestro letargo. De un adormecimiento, que ya es hora de dejar atrás. Porque en estos momentos cruciales para la humanidad, depende de nosotros cambiar este futuro incierto.

Algunas de sus frases, para reflexión y despertar de nuestro letargo son:- “Lo que mas me indigna es la indiferencia con que se contemplan las cosas, en general. Y en los dirigentes la ignorancia y la soberbia”. - "No hemos aprendido a vivir como humanidad, la humanidad está por hacer".- "Seguimos sosteniendo las mismas barbaridades, las mismas crueldades, las mismas salvajadas. ¿Cómo es posible eso? ¿Cómo no hemos aprendido a vivir, a vivir en paz, a vivir con la naturaleza, a vivir con sosiego? Ha disfrutar de esa técnica. Es pura barbarie. (......) No sabemos que hacer con la técnica. No tenemos el arte de vivir. Tenemos mucha técnica y muy poca sabiduría".- "Estamos haciendo un uso humano de los seres humanos?¿Estamos haciendo un uso humano de nosotros mismos? ¿Estamos sabiendo vivir humanamente?". 
Escuchen a este hombre sabio de nuestro tiempo. 



"No hemos aprendido a vivir" - Discurso de José Luis Sampedro en la UC3M

Jose Luis Sampedro: El sistema de vida occidental se acaba.

El humanista, símbolo del compromiso intelectual y ciudadano y referente del movimiento indignado, fallece a los 96 años en su casa de Madrid
El intelectual manifestó su deseo de morir como había vivido, sin estridencias, sin ruido, sin actos de homenaje. Por expreso deseo del autor, la noticia de su fallecimiento no se ha conocido hasta esta mañana porque quería "irse" de "manera sencilla y sin publicidad", según su viuda Olga Lucas




domingo, 10 de noviembre de 2013

DESEAR NO ES QUERER

Jean-Jacques Rousseau

1712 - 1778. Filósofo que nació en Suiza
Jean-Jacques Rousseau fue, además de filósofo, escritor, naturalista, botánico, músico y definido como un ilustrado (aunque él no represente el movimiento de la Ilustración). Sus ideas políticas influyeron en la Revolución Francesa, ya que desarrolló muy bien las teorías republicanas. Escribió su obra más famosa: El contrato social, aunque también tiene otra como Emilio, o de la educación. Se definió como demócrata e instó al pueblo a rebelarse contra los tiranos y políticos.

"Desear no es querer. Se desea lo que se sabe que no dura. Se quiere lo que se sabe que es eterno."



La escritora Lu García y su compañera mecánica, Tránsito Roja, recostadas en la cama disfrutando de una película clásica una noche blanca de mediados de enero.  

Lu: Preciosa película, ¿verdad?  Tránsito: Pues si...  Lu: Pareces ausente. ¿Qué piensas?  Tránsito: En Zero.  Lu: ¿Le echas de menos?  Tránsito: No.  Lu: ¿No?  Tránsito: No como tú crees.  Lu: Le quieres...  Tránsito: Es simple deseo. Desear no es querer. Se desea lo que se sabe que no dura. 
  Lu: Ya...  
  Tras unos segundos de silencio...  
 Tránsito: ¿Y ya está? ¿No me vas a preguntar nada más?  Lu: Bueno, ya te he entendido...  Tránsito: ¿Ah, sí?  Lu: Supongo que tienes una relación de tipo sexual. Una necesidad...  Tránsito: jajajjajjajjjajjaja  Lu: Pero... ¿Qué he dicho yo tan gracioso?
  En ese momento, surge la palabra "Fin" en la pantalla. Tránsito agarra el mando entre risas, y apaga el televisor.

  
  Tránsito: Te contaré un cuento... Por favor, arropáme antes un poquito, anda.  
  Lu se dispone a cubrir el cuerpo de su compañera con el nórdico. Tránsito le sonrie. Mira a través del ventanal y llega hasta la cabina abrigada con una gruesa manta de nieve.


  Tránsito: "Cuenta Esopo, un escritor de fábulas de la Antigua Grecia, que en épocas antiguas, cuando los hombres podían tener varias esposas, un varón de mediana edad tenía una mujer vieja y otra joven. Las dos lo querían mucho a su manera, y cada una de ellas deseaba que el hombre tuviera una edad parecida a la suya. El cabello del hombre empezó a encanecer con el tiempo, poco a poco. Esto no gustaba a la mujer joven porque lo hacía demasiado viejo para ella. Así que todas las noches lo peinaba y le arrancaba todas las canas. La vieja, en cambio, veía complacida cómo el cabello de su marido, encanecía, ya que a ella no le gustaba que, a veces, la tomasen por su madre. Por este motivo, todas las mañanas lo peinaba y le arrancaba todos los cabellos negros que podía. La consecuencia es fácil de adivinar. En poco tiempo la cabeza de aquel hombre se quedó sin pelo".  
  Lu: Supongo que esto significa, que si quieres complacer a 
todos, no complacerás a nadie...
  Tránsito: Eso mismo, sí.  Lu: ¿Y qué demonios tiene eso que ver con "desear" y "querer"?  Tránsito: ¡También se concluye de esta historia, que las dos mujeres, sólo deseaban! ¡Ninguna le quería!  
  Lu ataca a la androide propinándole un golpe con la almohada en la cabeza.  
  
  Lu: Máquina lunática...¿De donde deduces tu eso?
  Tránsito: Piénsalo bien, Lu. Esas mujeres se pasaban los días tratando que el hombre se convirtiera en lo que ellas deseaban. Eso se convirtió para ellas en lo más importante. ¡Cuántas cosas se perdían por el camino! Se les pasaba por alto, la aceptación. Querer, es recibirle, acogerle tal cual es, porque cuando menos te lo esperas...de efímero pasará a inmortal.  Lu: ¡Aha!...  Tránsito: Ahaaaa...  
  Y tras unos minutos de silencio...   
  Lu: ¿Sabias que la felicidad consiste en no desear nada?

 Transito:  Pues eso lo tengo difícil...En la cocina me espera un cubo de helado...






domingo, 3 de noviembre de 2013

LA VIDA ES UNA CÁRCEL CON LAS PUERTAS ABIERTAS


Las ideas de Nietzsche son su ejercicio de la libertad. El individuo y la tribu, frente a frente.
“Toda convicción es una cárcel”. Esta frase de Nietzsche no debe leerse como el mandato de no tener convicciones, sino como una advertencia para no convertir nuestras certezas en algo inmutable, compacto y definitivo, como si cada certitud no hubiera sido precedida por otra y no fuera a ser sucedida por muchas más.
Toda convicción es una cárcel en tanto no la veamos como provisoria y adecuada al momento histórico al que corresponde. Lo cual tampoco supone asumir un relativismo irresponsable como el que abrazan quienes interpretan carnavalescamente aquella otra afirmación de Nietzsche según la cual “no hay hechos, sólo interpretaciones”, dando por sentado que quiso decir que podemos afirmar lo que nos dé la gana sobre un hecho concreto. Por el contrario, ambas frases son voces de alerta contra el dogmatismo y a la vez exhortaciones a la apertura analítica desprejuiciada, aunque remitida a la veracidad factual. No se trata del idealismo que le adjudica a los contenidos mentales una primacía sobre el movimiento de lo concreto, ni mucho menos una celebración de las ideas erráticas y livianas del pensamiento enlatado.
Las ideas de Nietzsche son su ejercicio de la libertad. Por eso dice: “El individuo ha luchado siempre para no ser absorbido por la tribu. Si lo intentas, a menudo estarás solo y a veces asustado. Pero ningún precio es demasiado alto por el privilegio de ser uno mismo”. La libertad es eso: ser uno mismo y no el eco de otro u otros. Ser libre no radica en poder escoger entre dos o tres marcas del mismo producto en el supermercado, como supone el chato pensamiento consumista, sino en darse cuenta de que ese simulacro de libertad se agota en la más baja de las condiciones humanas: la condición de consumidor disciplinado, compulsivo y, por eso mismo, vacío del atributo humano de la libertad.
El precio que se paga por ser uno mismo en una sociedad en la que todos quieren parecerse entre sí (consumiendo lo mismo) para no sentirse discriminados, es alto, pero no lo es demasiado si se lo compara con la claridad de conciencia y de conocimiento radical que supone semejante ventaja. Ser libre es ser crítico y radical. Es decir, responsable de ejercer el propio criterio y de ir a la raíz causal de los problemas, sin las muletas de una escuela, de un grupo, capilla, secta, iglesia, cámara o club. Ser libre implica ser independiente. Y el ser independiente está restringido a unos pocos y no es extensible a las masas, ya sean estas populares o elitistas.
Porque la conducta masificada no es libre ni independiente. ¿Cómo puede pretender ser independiente un individuo que se considera libre porque tiene un reloj con brillantes, un auto blindado, una pluma y unos anteojos de oro, si esto no pasa de ser una conducta tan masificada como la de quienes gritan consignas que no comprenden?
“Ser independiente”, dice Nietzsche, “es cosa de una pequeña minoría, es el privilegio de los fuertes”. No de los ricos ni de los pobres, sino de los fuertes. Y estos pueden ser pobres o ricos. Su fortaleza surge de la capacidad de ejercer el criterio y la radicalidad. Es decir, la libertad. Son fuertes, libres e independientes. Por eso no se doblegan. Saben que reducir la libertad a la ausencia de controles estatales sobre la economía es vulgarizarla y masificarla. Saben que no se puede ser libre sin ser fuerte aunque se tenga acceso al capital sólo porque los demás no lo tienen. Y que convicciones como las contradichas son las que conforman la cárcel de la libertad.


domingo, 27 de octubre de 2013

AMOR ETERNO

No sé por dónde empezar. Supongo que ocurre cuando dejas de escribir sobre ti mismo y ocupas el tiempo en temas de otros, mucho más interesantes; lo que es el Periodismo, vaya. Me dediqué tanto a ello, a reportajes anodinos que al final resultan todo lo contrario, que he olvidado cómo se plasman los sentimientos... Para eso está Neruda, o Benedetti, pensé. O el fascinante mundo de Murakami, el cual descubrí a comienzos de verano y logró aislarme. 


Parece mentira la de vueltas que da la vida. Cruzas unos papeles por error, los mismos que escondiste tiempo atrás para no encontrar nunca y… no ocurre nada. Nada. Noto como si un eco retumbara esa palabra una y otra vez. Y ni si quiera se apodera de mí la nostalgia, y por consiguiente, el miedo que ésta dejaba en su lugar.

Recuerdo una conversación con mi mejor amigo. Solíamos llegar a la conclusión de que una vez iniciada la ruptura, el corazón quedaba absorto de sentimientos, tan fuertes, que al haberlos padecido éstos mudarían a un lugar recóndito de nuestro cuerpo… que se mantuvieran visibles o no, dependería de la persona "viva" (otro tema del que solíamos filosofar). Los míos no sé adónde fueron, pero no los veo por ninguna parte.

Respecto a lo otro, solemos hablar de ello a menudo. Una maldita obsesión que acude siempre a medianoche sin ser llamada, aunque pensándolo bien… son obsesiones, no necesitan ningún tipo de pase especial. 
Él me hablaba de sentimientos, yo le describía emociones. Él conjugaba verbos mientras yo encajaba adjetivos… Sentir/padecer… Viva/doliente. 
Y nadie podía desvanecer esa nube, tampoco alcanzarla. A veces siento que creamos tal burbuja, que sin pensarlo, alejamos a todos de ella. A veces tengo miedo de buscar en alguien lo que sólo él posee. De despertarme a media noche y sentir que su voz es la única que podría calmar mi sed. Como un efecto curativo. ¿Pero no es eso lo que produce un alter ego? El amor incondicional, sincero, eterno. Ya no estoy segura si el otro tipo de amor puede ser duradero, honesto y… real. 

Tras las relaciones que he tenido en mi no tan corta vida, he llegado a la conclusión de que todas resultaron ser, en cierta forma, algo mezquinas. Podría soltar una retahíla de adjetivos inusuales en mi rutina diaria, pero idóneos ahora, y ciertos, claro. Supongo que la verdad es tan subjetiva como lo que me puede provocar una coca cola a las nueve de la mañana. No a todo el mundo le apetece, vaya. Vamos, que la verdad vertida aquí es sólo mi verdad; lo que pude dejar yo en esas relaciones no tengo ni idea. Algo bueno, seguro. Y no tan bueno o malo -para no andar con eufemismos-, también. Pero mezquino…

Pero es el turno de la mía. Relaciones mezquinas, sí… Las parejas mantienen, sin saberlo, una red de conexiones muy conocida pero siempre negada… como si no existiera. Es muy extraño, yo sigo sin entenderlo a día de hoy. Pero esa red de sentimientos que traza la pareja es secundada por un roedor llamado "miedo". Algunos no lo notan, y otros lo ven venir cada cierto parámetro de tiempo. Digamos que yo lo he visto venir muy de cerca y muy a menudo. Notaba cómo mi pareja, sin intentar evitarlo, iniciaba el vaso vacío con un goteo incesante de amargor. Al final pasaba lo que imagina; algunos tienen recipientes enormes y el goteo puede durar años sin ocasionar daños irreversibles y que palia de vez en cuando, logrando evaporarse hasta continuar su curso más tarde, o no. 

Mi recipiente es un vaso de whisky, bastante corto. Y a mí nunca me ha gustado el whisky, ni la desconfianza. Ya una vez lo padecí, es tan horrible, que te convences de que no quieres vivir de esa manera. Hablo del whisky, ¡qué mal me sienta! Respecto a lo otro, es todavía peor, ¿resaca? 

Una forma de vida insana, dolorosa, ausente, sí... mezquina. Y no sólo lo padece el otro, que es algo que solemos decir… Al final, quien se vuelve loco buscando culpable de esos celos es, únicamente, quien los padece. 

También hubo nobleza. Grandiosidad. Es lo que permanece tras concluirlas, sin duda. Aunque tan difuminado que me cuesta encontrar los trazos y volcar el dibujo. Un océano, ventanas azules. Libertad. Sí, también hubo libertad, de decidir lo que quería, a quién quería, el cómo o cuándo. Los porqués nunca se me dieron bien, qué le vamos a hacer. 

Ya no hay nostalgia de todo ello. Ni si quiera tras tropezar esos papeles por error, aquellos mencionados en el principio de este escrito. Ya no hay miedo. Nada. Y retumba de nuevo esa palabra en mi cabeza. Y ni si quiera penetra en mí aquél vacío existencial de otra época. Océano, ventanas azules. Libertad. Lo recuerdo. He olvidado el quién y el quizás. 
Recuerdo estar viva. Las expectativas. Las comparaciones con las palabras de célebres escritores. La esperanza. Empezar de nuevo. 

domingo, 20 de octubre de 2013

"¡¡¡Tilonorrinco!!! ¡¡¡Espiditrompa!!!"

En la última escena de la película La lengua de las mariposas, basada en el relato del mismo nombre de Manuel Rivas, un niño pugna con sus padres y otros vecinos en la búsqueda de insultos cada vez más contundentes contra el maestro, un republicano que en el filme encarna Fernando Fernán-Gómez.

Al muchacho no le llegan los insultos que busca; el maestro al que ahora insultan y apedrean fue quien le enseñó a leer. Luego estalló la guerra y la población se hizo del lado nacional y persiguió al maestro por rojo.

Entonces la vecindad le gritaba rojo, cabrón, mientras los sublevados lo cargaban en los furgones terribles. Entonces el niño encontró en su memoria dos palabras que gritó con todas sus fuerzas:

-¡¡¡Tilonorrinco!!! ¡¡¡Espiditrompa!!!

Él no había aprendido insultos... En realidad tilonorrinco es un bicho raro que habita en Australia y espiditrompa es la lengua de las mariposas... Palabras del maestro.

Los insultos tienen su origen en el desdén o en el odio; como dice el filósofo Emilio Lledó, tienen por objeto "la descalificación del otro, la anulación del prójimo". Es una bofetada, un ninguneo. Y un chantaje.

Insultar es grave, pero la sociedad se está acostumbrando. Acaso porque las palabras pesan menos, o, como dice José Luis Cuerda, el director de aquella película, "porque las palabras se han abaratado". La costumbre del insulto ha arraigado de tal manera que los insultos se televisan; en reality shows y otros programas de tertulias, mujeres y hombres, a veces con estudios, por ejemplo de periodismo, se descalifican entre sí con insultos que emiten gritando. Son, descalificaciones, "intentos", como reitera Lledó, "de anular al otro, chantajes, por tanto".

Si eso fuera pedagogía, "y los medios son pedagogía", eso sería lo que está aprendiendo esta sociedad: que el insulto sale gratis. Juan Marsé, premio Cervantes, dice que lo que se oye en esos programas "se dice para crear crispación"; los moderadores, que están ahí para ejercer ese poder, "parecen recibir órdenes para hacer todo lo contrario", pues cuanto más sube el volumen de la discrepancia más audiencia parece registrarse...

"Si no hay polémica", dice Marsé, "no hay espectáculo". Y es de lo que se trata: el insulto es el espectáculo. José Luis Cuerda reconoce que si lo que se dicen los políticos entre sí, en el Parlamento o en los mítines, se lo dijeran otros poderosos (los banqueros, por ejemplo), "estaríamos en una guerra". Imaginemos, consideraba el cineasta, que el presidente del Santander se sube a una tribuna para afearle al presidente del BBVA cómo está gestionando su banco... "E imaginemos que termina así su parlamento: '¡¡Váyase, señor González!!'. Pues en esos niveles estamos".

Así que los medios, sobre todo los medios audiovisuales, están tejiendo la madeja en la que se ha enredado la sociedad del insulto y del taco, "la sociedad del lenguaje basura", que dice Emilio Lledó. La conversación se interrumpe, alguien da un manotazo en la mesa y grita "¡Vamos al grano!". "El que grita más se lleva el turno, y ese que grita ¡vamos al grano! es apreciado porque es más directo y más sincero; cuanto menos elaborado es el lenguaje, más aprecio parece tener lo que dice". Quien señala a los que gritan "¡vamos al grano!" es otro filósofo, ahora ministro de Educación, Ángel Gabilondo. "Es el mundo al revés: el que habla bien, correctamente, no tiene sitio; el más descuidado, el que grita o insulta tiene una recepción más considerada, como si aquel que cuida su expresión fuera sospechoso de falta de compromiso...".

Lledó dice que "el mal hablado suele ser el mal pensado, el que piensa mal"; pero el mal hablado tiene hoy mucho predicamento, en la vida y en los medios. Álex Grijelmo, presidente de Efe, que ha escrito El Libro de Estilo de este periódico, y además un libro que se titula El estilo del periodista, considera que la impunidad del insulto ha agrandado su presencia en la sociedad. "Y no hay insulto justificable. No es justificable insultar a un cargo público, pues en su sueldo no está el hecho de que pueda ser insultado. Y no se puede insultar a nadie, por principio. En los medios podrías justificar ciertas expresiones descriptivas, aguafiestas, por ejemplo, o lerdo; y la reproducción de insultos dichos en público se puede justificar tan solo por la relevancia de la persona que los ha proferido, el contexto en que se haya dicho, y solo tiene sentido si se entrecomilla..." (...)

En La lengua de las mariposas el niño que le grita al maestro arroja por fin una piedra, el insulto máximo. A veces las piedras son menos contundentes que las palabras, incluso que la palabra tilonorrinco si esta se dice para insultar al otro.